A 30 AÑOS DEL NACIMIENTO DE LA DEMOCRACIA


.....defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas .....

 

Lo mismo que cuando fueron   los cacerolazos del odio del año pasado, en el momento de estar por entregarme a la desazón se me presentó este entrañable poema de Benedetti ,  también se está asomando Jauretche  por ahí para recordarme que nada grande  se hace sin alegría, de alguna manera los dos nos advierten  que la tristeza puede ser una puerta abierta para quienes quieren  doblegar nuestra voluntad, por  eso en un par de horas más voy a estar en la plaza festejando por estos treinta años, porque estos gestos cargados de simbología, encarados en estos últimos días por las fuerzas del “des”orden  se combaten con más convicción, con la alegría de estar con “mi  corazón en esta lucha” (citando al querido Neruda).

 

Treinta años! Todavía me acuerdo cuando festejamos los primeros cien días….después los primeros mil…teníamos tan “naturalizados” a los golpes de estado que la apuesta era poder terminar de una vez por todas con ese destino fatal de las interrupciones institucionales.

Pero la democracia es mucho más que eso porque “permanecer y transcurrir no siempre quiere sugerir honrar la vida” como decía la querida Eladia Blázquez, hay mucho más y esta última década ganada dentro de los treinta años transcurridos son muestra elocuente de ello.

 

Toda mi admiración y un agradecimiento eterno a las madres, a las abuelas, a los hijos, hermanos, compañeros,   que se cargaron su dolor al hombro y siguieron adelante movidos por el profundo amor  a sus seres queridos que entregaron su vida por la patria, por sus convicciones, movidos por el amor, buscando simplemente justicia y manteniendo en alto las banderas de “los patriotas que hubo hace poco” como los llamó mi hijo, cuando tenía seis años…

 

Como mientras escribía estas palabas me acordé de este poema de Neruda, acá va entero.

 

EL PUEBLO VICTORIOSO


Está mi corazón en esta lucha.
Mi pueblo vencerá. Todos los pueblos
vencerán, uno a uno

Estos dolores
se exprimirán como pañuelos hasta
estrujar tantas lágrimas vertidas
en socavones del desierto, en tumbas,
en escalones del martirio humano.

Pero está cerca el tiempo victorioso.
Que sirva el odio para que no tiemblen
las manos del castigo
que la hora
llegue a su horario en el instante puro,
y el pueblo llene las calles vacías
con sus frescas y firmes dimensiones.

Aquí está mi ternura para entonces.
La conocéis.
No tengo otra bandera

 

 

Comentarios